... si no lo hace tu cristalina mirada.
Yace en mi cuerpo azul el deseo casi irrespetuoso de tomar esa mirada sólo para mí y guardarla secretamente. Y mi cuerpo te desea abiertamente, encubierto por mi timidez, pero desea tanto como esa tierra del sur desea la lluvia en verano, o como el río aprisionado desea liberarse en un mar, como una vida desea expandirse en otra.
Y mi deseo humedece mis labios y trata de encubrir mis ojos para que no se note cierto brillo, para que la electricidad de tu proximidad no haga cortocircuito en el cielo.
Y te estoy mirando, y te estoy deseando, y quisiera llamarte para acariciarte y para besarte sin más preámbulos, pero no es debido y hay que esperar la locura del tiempo y de los días, la espera de horas vacías y sin sentido, las pasadas frente a tu casa y un saludo cordial...
Pero si esa formalidad no fuese necesaria, te esperaría en el rellano de una escalera y desearía que te acercases para poder yo tomarte de la mano y del brazo... y luego todo el cuerpo.
Y sabía cuál es el secreto que hay detrás de tus ojos tristes, detrás de tu boca cerrada...
Te he mirado una y otra vez, y has de saber que eres mi amor secreto, que mis ojos te confunden y mis gestos te alejan, pero que dentro mío sólo voy adónde tu vas y que si he de cruzarte en una calle mis ojos brillarán como los tuyos y ninguno de los dos sabremos qué hay dentro de cada uno.
Y sí, te tengo dentro mío como un sueño, en ese sueño soñaría que tú también me guardas en secreto y soñaría que las veces que me voy sólo piensas en mi regreso , que esa tarde te desesperaste por un café ... y que ese domingo nos hubiéramos encontrado.